Wednesday, October 14, 2009

Mis sueños

“¿Qué es la vida? un frenesí, ¿qué es la vida? una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es un sueño y los sueños, sueños son”…

Pedro Calderón de la Barca


…He escrito de muchas cosas, algunas claras, otras confusas, muchas importantes, otras poco memorables. También he hablado un sinfín de tonterías e insignificancias. He escrito del bien y del mal, he hablado de mis fortalezas y debilidades. He hablado de amor y desamor, he hablado con el corazón en la mano, y por primera vez en la vida he hablado sin usar mi razonamiento analítico y cuadrado. He escrito de las injusticias, de las justicias, de mis errores y de mis pocos aciertos, de las cosas que siento, de mis amigos, de mi familia, de la gente que amo, de las cosas que me gustan y las que no, pero de lo que nunca hablé, fue de mis sueños…

Y es que siempre consideré a los sueños como un ente que te perturba por las noches, que se apodera de ti, que te hace tener visiones extraterrenales y que no da tregua a prepararte para lo que sucederá al despertar. En las noches, en el día, los sueños dormidos y los sueños despiertos, ¿qué importa?, que importa el estado de relajación del cuerpo cuando a final de cuentas son como una nube sobre tu cabeza, que se esfuman cuando suena el despertador, que desaparecen así como llegaron, sin darte cuenta que estas en uno, y al final, cuando se van, solo los recuerdas por que sucedieron un instante antes de despertar.

Así son mis sueños, esporádicos pero muy profundos, tan irreales pero muy significativos, tan sublimes pero simples, tan ilógicos pero que dejan mucho. Nunca hablo de ellos, será porque no suceden muy a menudo o quizás sea porque la importancia que les doy es por demás interesante.

Había hablado de todo menos de mis sueños, y no había hablado de ellos porque mis sueños son espejismos en un mundo de realidades. Y no había hablado de mis sueños porque no me gusta soñar, porque hablar de los sueños es hablar de un lugar imaginario donde quieres que resida tu corazón, un lugar donde la fantasía existe y donde todo puede suceder, y a mí, por mi formación analítica y cuadrada me cuesta mucho trabajo creer en esas cosas.

No me gusta hablar de mis sueños porque me dan miedo, me profetizan cosas, me advierten otras, me presagian cambios…mis sueños más recurrentes siempre me sitúan en un avión que no puede despegar, que recorre una larga pista y que no levanta, quizás de ahí mis miedos a volar…no lo sé.

Nunca me ha gustado hablar de mis sueños porque es construir castillos en el aire, siempre me enfoco a el día de hoy, resolver lo de hoy, y ya mañana será un nuevo día para resolver el sueño de mañana, sin que hoy piense en mañana. Quizás sea una filosofía barata, pero es la que me ha dado resultado.

Pero hablando de sueños dormidos, de esos que solo se dan en los brazos de Morfeo, que solo se recrean en lo más recóndito de una visita a Juan Pestañas, hablando de los sueños reales, de esos que solo ocurren en la etapa REM, ayer tuve uno…

…Quizás sea el más deseado, el más esperado, pero así también el más inimaginable. El de ayer estuvo impregnado de toda esa rareza que suele acompañar a mis sueños, de todo ese ambiente de irrealidad y de situaciones absurdas que los denotan, pero a la vez, fue el más bello e inigualable de mí vida entera.

No ha sido la primera vez que aparece en algún sueño, tampoco es la primera ocasión que habla conmigo, ni mucho menos creo que esta sea la última vez que se da cita, mas bien, no lo quiero!!….

De pronto, aparezco en una casa desconocida, siento que me llevan con engaños o por algún extraño accidente llego ahí. Comienzo a dilucidar qué es lo que hago en aquel lugar y aparece, se envuelve en una sonrisa tierna e inigualable como las que le conocí, saluda, y comienza a hablar…

De pronto intento interrumpir, explicar que yo también tuve mucho que ver y demasiada culpa en lo que sucedió pero habla más y eso me detiene, comenta sus errores, ensalza sus virtudes, justifica sus compromisos y termina diciendo las palabras mágicas, esas palabras que siempre deseé escucharle, esas frases que también las he oído de otros labios pero no han tenido el mismo efecto ni han sido tan deseadas pero que también, estúpidamente yo tampoco me atreví a decir….

Antes que pudiera decirle mas y sofocando mi intento por hablar, se despide y me da un beso….

La química corpórea comienza a hacer su efecto, indudablemente no soy de gelatina y mi sangre empieza a hervir; mi cuerpo se contorsiona, mi corazón se acelera mi alma se emociona y como que medio despierto. Inmediatamente detecto que es un sueño, pero no hago ni el más mínimo esfuerzo por volver a dormir, la satisfacción dejada por esa letanía y el beso de despedida me dejan atolondrado…

Únicamente, me dejo rodar por la cama, busco otra posición que me permita volver a conciliar el sueño, sonrío y mi modorra me permite pensar rápidamente: Demasiado lindo para ser verdad, tenía que ser un sueño…

“la vida es un sueño y los sueños, sueños son”…

2 comments:

Anonymous said...

Mendi. No me habías dicho del beso...:)

Marita said...

Aunque dicen por ahí que los sueños son verdad mientras duermes...