Lo que Abril me dejó

Pocas veces en la vida te detienes, haces un alto en el camino y te pones seriamente a repasar acontecimientos que van marcando tu destino. Hechos en el pasado que van tomando rumbo y se convierten en tu presente.

Los últimos días han sido como esos para mí, pensando en las cosas que la he cagado, en las cosas que he hecho bien y en toda aquella enseñanza que las cosas buenas y malas dejan al pasar.

El mes pasado fue para mí una verdadera tormenta, las cosas no salieron como lo esperaba, como lo tenía contemplado y pues al final me han dejado un mal sabor de boca. Obviamente tengo que ser sincero y aceptar toda la responsabilidad mía en el resultado de todo esto, pero también siendo sincero pues la ayudadita que me han dado cuenta y no se debe dejar pasar por alto.

Abril me ha dejado experiencias durísimas y quizás hasta difíciles de aceptar, pero como ya decía me han dejado una enseñanza, ahora me resta aplicar en mi persona todo ese aprendizaje para no volver a cagarla en el futuro, sería desastroso que me volviera a pasar lo mismo por los mismos errores.

Decía mí dulce abuela que: “tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata” Entonces siguiendo este empírico razonamiento yo puedo deducir que no tengo por que cargar con todos los pecados, ni mucho menos ser el culpable de todos los pecados de la humanidad. Alguien necesariamente también le agarro las patas a la vaca.

Yo acepto mi parte, acepto que muchas cosas, (demasiadas quizás) se deben a mi forma de ser, a mi actitud, a mi irreverencia, y a mi profunda necesidad de decir lo que pienso y lo que siento, a esa idea firme en mi de decir las cosas como son, de no tener pelos en la lengua y de no seguir estereotipos de ninguna índole, claro!, siempre con el toque de guasa que me caracteriza.

El mes de Abril pasado deja muchas enseñanzas en mi, demasiadas profesionales, y demasiadas personales también, enseñanzas que están ahí, que cuestan trabajo aceptarlas, pero que uno tiene que tomarlas como al toro por los cuernos para no volver a tropezar con las mismas piedras.

Aprender cuesta, cansa, y a veces hasta duele, pero es parte de la vida, día a día aprendemos algo nuevo aunque no nos demos cuenta, día con día surge la imperiosa necesidad de aprender para no tropezar, de ceder para no perder, de elegir para no equivocarse, de caer para levantarse.

Así es la vida, una maravillosa escuela en la que el día de la graduación te llega cuando dejas de respirar, cuando tu corazón se detiene. Ya depende de cada quien simplemente terminar o graduarse con mención honorífica.

Abril se fue, y dejo su marca en mi vida…