Thursday, July 16, 2009

Carmen

Tengo infinidad de recuerdos de ese lugar, durante mi niñez fue el sitio más hermoso sobre la tierra, no podía esperar a las vacaciones de verano (que en aquel tiempo eran de dos meses) para regresar a ese lugar que siempre que voy me traslada a otra dimensión, me lleva a ver la vida diferente, a recordarme quien soy y de donde vengo, donde no existen comodidades ni excentricidades.

Un lugar que no sabe de lujo y de confort, donde las palabras como modernidad y globalización no existen en el diccionario…. creo que ni siquiera hay diccionarios; un lugar donde no hay marcas publicitarias ni mucho menos saben que la ropa que traes la compraste en un centro comercial….es más, no saben que es un centro comercial…

Un lugar donde el tiempo se detiene, donde las leyendas e historias que se cuentan parecen haber sucedido ayer, no solo por la claridad y detalle con la que se cuentan, sino porque parece que las épocas no pasan por ahí, como que el tiempo no pasa, solo se queda, un lugar donde parece que el tiempo avanza lentamente…

Al centro de ese maravilloso lugar existe una construcción abandonada, más bien las ruinas de lo que fue una construcción, éstas en un terreno medianamente grande, unos cuantos árboles característicos de ese lugar llamados: Huizaches, y alrededor la frescura de su follaje.

Y verdaderamente es el centro. Es una pequeña loma en la cual hay pequeñas casas alrededor, y la cima de esta loma es conocida como: “el Acuaro”. La razón la desconozco, no tengo ni la más mínima idea de lo que la palabra signifique, pero los lugareños saben que al ser el sitio más alto de la pequeña comunidad es por demás un terreno envidiable, más de uno quisiera ser dueño de ese estratégico lugar.

Hoy está en ruinas, existen adobes tirados y destruidos, los huizaches dan una sombra enorme y cada vez que subo cruzando corrales y potreros me imagino aquel lugar en todo su esplendor….

No puedo evitar imaginarme a un famoso señor llamado Evaristo cuidando de sus múltiples hijos y en compañía de Doña Santiaga. Por las mañanas el desayuno leguminoso con huevos de gallina recién puestos; acompañado por las infaltables tortillas de comal y la habitación impregnada por el olor de leña ardiendo y del humo del fogón y tapizada de hollín en un rincón…

Por las tardes Don Evaristo cuidando de su ganado en el campo y la esposa en casa muy probablemente preparando otro guiso leguminoso; los niños jugueteando en el enorme patio de “el Acuaro”, quizás correteándose o con algún juego de la época y entre esos niños, ella.

Por las noches, el mítico Acuaro se convierte en un lugar en penumbras. En aquellos tiempos antes de la llegada de las velas, los quinqués de manufactura casera daban luz a las pocas viviendas que había en aquel entonces…

Y así ocurrían los días…

En ese lugar hace 97 años nació Doña Carmen Torres Jaramillo, mi abuela, mi muy famosa, amada y dicharachera abuela…

Hoy no podía dejar pasar la oportunidad de hablar de ella, de desearle un feliz cumpleaños, esté donde esté y con la remembranza del principio quiero agradecerle su infinita bondad, su infinito amor, su infinito e incondicional amor que siempre me manifestó y también agradecerle y decirle que todo eso que escribí en un principio es su herencia, su legado…

Agradezco a mi abuela por toda esa enseñanza que me dejó, a su modo y a su manera, pero enseñanza al fin y al cabo… que no tengo otra cosa en mi que no sea esa su enseñanza y mis raíces…

Felicidades Jefa!

1 comment:

Marita said...

:) Felicidades también a ti, por haber tenido una abuelita tan valiosa!