Titanic

Un dia como hoy, hace exactamente 10 años estaba yo aquí, justo enfrente, justamente formado en una fila para entrar a ver una película que en aquella ocasión acaparaba las marquesinas. En aquel tiempo no había cines de múltiples salas, solo se iba al cine y en un solo cine se daba la función, no había Internet, ni reservaciones ni nada por el estilo, había que comprar el periódico e irse a formar un tiempito antes afuera de la sala para alcanzar boleto.

Ese día llegamos muy temprano para la función que vimos y muy tarde para la que ya había empezado, la gente se desbordaba y quería ver esa majestuosa producción, esa película que había costado millones, esa mega súper producción que por su majestuosidad y derroche de dólares y dólares se llevo los premios de la academia y una infinidad de aplausos.

Esperamos por un par de horas antes de entrar, eran los primeros días de Enero y el airecito se sentía por las calles. Esperamos Ivettita y yo a la otra amiga en Salto del agua y nos dejamos venir pa la zonaja. Aun recuerdo que se veía muy similar a como esta ahora, (o a como estaba antes de las obras) y dando la vuelta a la izquierda en Reforma, se dejaba ver el Cine Latino y su enorme marquesina. Hoy aun sigue casi igual, medio desconchinflando y al borde de la demolición, pero aun en pie.

Muchos me tacharan de cursi, el Reno seguramente me mentara la madre!, Mendiola pegara el grito en el cielo, y el primo Evelio no me seguirá bajando un Neanderthal por mi escaso gusto cinematográfico, pero a mi Titanic me cautivó, me enamoró, me lleno de muchas cosas que hasta antes de ese día jamás había sentido.

La historia puede ser el cursi cuento de amor de todas las películas, el refrito incansable de las Telenovelas de la tele, la inagotable historia de dos que se enamoran y que hay entre ellos miles de obstáculos para lograr su amor, pero en Titanic, el amor es el protagonista, el amor en un barco y una tragedia histórica como escenario.

Rose y Jack se conocen en el momento exacto de sus vidas, cuando mas ella necesita de él y él de ella, cuando ella esta apunto de saltar, y él observa las estrellas. Él le salva la vida, no al disuadirla de que salte, sino al rescatarla del mundo hueco y sin fondo en el que vive. La salva de morir, de morir en vida, en una vida sin amor, donde lo único que importa es el dinero y las apariencias.

Jack es libre, vive la vida como dios le da a entender, no sabe de acciones en la bolsa ni de negocios, pero sabe bien como funciona el mundo, sabe que el mundo se mueve con libertad, con la libertad del amor y de ser feliz, ser feliz como eres y no con lo que tienes, vive sus días al máximo, no sabe donde estará mañana, solo sabe y hace que cada día cuente.

“La historia es como todas, dos que se aman y que tiene grandes obstáculos para vivir su amor. Pero aun la historia siendo la misma: Es esa historia noble y pura de dos que brincan sus vallas condicionantes, que no ven en sus contextos un obstáculo digno de respetarse frente al descubrimiento brillante de una fuerza que pasa a través de ellos y los va llevando de la mano como una invitación cordial que pavimenta el camino para que dejen a sus corazones ir a donde quieren ir; esa fuerza que no es de nadie, y al mismo tiempo de todos; esa fuerza hermosamente paradójica que colma cuando está y que vacía cuando se va; que te convierte en un ser iluminado y que al mismo tiempo hace emerger tu lado más oscuro; esa fuerza que te convierte en un valiente ocupando tus debilidades más hondas; esa fuerza que es tan poderosamente fuerte y al mismo tiempo tan sutil; tan presente y tan intangible; tan potente y tan vulnerable; que una vez que aparece, está siempre a la voluntad del amo, con toda su fuerza y toda su fragilidad, invitando momento a momento a los dos escenarios para que una vez dada la orden, o cruce de nuevo la línea de sus propios límites, o desaparezca para siempre.

Y en Titanic, se cruza la línea; se muere, pero se muere vivo, se despiden, pero dándose la bienvenida eterna.”