Wednesday, January 2, 2008

Propósitos

El año que recién terminó no tuvo un final como yo hubiese querido. Había pensado y reflexionado profundamente que el pasado dos mil siete había sido un año extraordinario, lleno de dichas, felicidad y mil cosas que invitan a calificarlo así. Llegué incluso a tratar de beatificar al año que terminó y decir que si no fue el mejor, si de los mejores en mi vida, pero no tuvo el final que yo esperaba.

Y es que uno espera las doce campanadas por que equivocadamente cree que es el momento idóneo para los propósitos y las promesas. Efectivamente! es un buen momento, siempre es un buen momento, pero se esta cometiendo un gravísimo error en creer que solo las buenas promesas y el querer ser mejor se invocan cuando el calendario cambia de fecha.

Creía también erróneamente que el ser mejor, el querer ser mejor solo se obtenía si se quería, y no es así. Si quieres ser mejor no basta con soltar palabras que se lleva el viento, ni mucho menos que solo el querer ser mejor se quede en el propósito, en el simple deseo de querer serlo, se necesita mas que aflojar la lengua para cambiar.

En años pasados me la pasaba queriendo ser mejor cada vez, y solo esperaba el último día del año para hacer mi lista de propósitos y al comer las uvas, estos se dejaban escuchar en mi mente y así, solo por ese día había buenos deseos y mafufos propósitos.

El 2006 fue un año tremendamente doloroso, perdidas irreparables y un alto índice de confusiones y problemas internos me llevaron a desistir de mis propósitos, para cuando sonaron las 12 campanadas lo único que pensé fue en ir hacia las cenizas de mi madre e irrumpir en un tremendo llanto que se prolongo por varios minutos. No hubo propósitos ni buenos deseos, al comer las uvas solo pensé en que no quería ser eso en lo que me había convertido.

Dió resultado, sin quererlo me hice el más grande de los propósitos, no necesité del pretexto de un nuevo año, ni de pedir un deseo con cada uva, simple y sencillamente me deshice de la loza que traía sobre mí. Y pasé del intento al querer serlo y un año después, la última noche del 2007 tuve la oportunidad de volver a ver a la luz que me ilumina.

Ha sido difícil, tratar de ser mejor cada día, de olvidarte de tus viejos hábitos y exorcizarte de tus demonios no es nada sencillo, se necesita mas que ganas y buenos propósitos, se necesita valor para desterrar de ti todo aquello que te envenena, todas esas cosas que no tienen cabida en ti pero que inconcientemente una y otra vez los sacas a flote como un sistema de autodefensa caduco y obsoleto.

La última noche del 2007 me dejo grandes enseñanzas, dolieron, pero a final de cuentas se aprendió.

El nuevo 2008 amaneció muy tarde después de la tremenda pachanga del día anterior, el viento frío y potente se deja sentir sobre las ventanas que parece que están a punto de romperse. Un dolor de cabeza terrible me prohíbe moverme, pero no lo suficiente como para tomar el teléfono y llamarle al sol que calienta mis días mas fríos.

El primer día del 2008 me sigue enseñando que cada día hay un reto nuevo, cada día debe venir con un propósito, cada día debe terminar con una meta cumplida, con una tarea realizada y con una cuota diaria de demostración de amor.

Los propósitos no son solo del primer día del año, los propósitos deben ser día a día, aprenderse esto como receta de cocina, como tabla de multiplicar y así, de esta manera todos los días habrá cosas nuevas, todos los días tendremos satisfacciones y comenzaremos un nuevo día con un nuevo propósito, un nuevo reto, un nuevo sueño…

Después de todo la vida comienza a cada instante….

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