Honor a quien honor merece

Hoy, te recuerdo, como muchos, muchos seres que fueron tocados por la Luz Inmensurable de tu Ser. No es una remembranza de tristeza, ni de lejanía, ni de ceremonias tradicionales. Es el enorme destello del honor a quien honor merece. Porque no te fuiste: despegaste; porque no te desapareciste: apareciste con mayor intensidad para ser entonces eterna en nuestros corazones, en nuestras células, en nuestro DNA que vive palpitando tu sabiduría, tu enorme y gloriosa sabiduría que transformó nuestras existencias para voltear a ver al cielo y sentir la vida como nunca antes, recordándonos con amable ternura, que somos destellos de la luz de Dios que se saben sin tiempo, sin edad, sin límites, sin nada más que amor puro. Hoy, como todos los días, eres esencia Viva, Presente, Sintiente, a través del regalo más grande que alguien pueda recibir: nos enseñaste a Vivir. Y yo, te amo.