Por qué y para qué?

Desde niño he sido sumamente inquieto, siempre necesito saber más de lo que se sabe, buscar más respuestas de las simples que siempre se dan per se a todas las cosas, indagar en los adentros de los significados y no quedarme solo con la envoltura de las cosas. Ojala así hubiese sido para otras tantas facetas de la vida como para el estudio, en lugar de andarle haciendo al loco y al filosofo mariguas, pero bueno…así soy yo.

Entre tantas pachecadas que se me ocurren llego a la conclusión de que muchos acontecimientos de la vida misma tienen su razón de ser, otras tantas respuestas se quedan en el limbo del desconocimiento, no por perder el interés, sino por no tener las herramientas necesarias que me permitan acceder a ese nivel de razonamiento para encontrarles explicación.

En pocas palabras, siempre me ha encantado buscarle un por qué a las cosas. Toda la vida me ha gustado preguntar cómo se hace, cómo resulta, cómo se obtiene tal o cual resultado, (a lo mejor de ahí viene la vocación de ingeniero) pero no obstante con eso, a veces hay cosas y situaciones de la vida para las cuales mi razonamiento por si solo resulta incompetente para descifrarlas, acontecimientos, hechos y situaciones que salen de mi comprensión (y de la de cualquiera), que provienen de la especie de lo inexplicable, que son de otra índole, que deambulan por otras “Matrix”, y que pertenecen a otra dimensión.

Me resulta complicado creer que estemos manejados como en una maqueta del mundo y que alguien, (un ser supremo), tiene la habilidad de movernos a su antojo y dejar que nos veamos inmiscuidos en tales o cuales acontecimientos simplemente porque se le dio su regalada gana.

Para un hombre de ciencia como yo (aunque ya escuché por ahí dos o tres trompetillas) le resulta difícil creer que ciertos eventos de la vida están dictaminados por el humor de alguien más; que si me pasa un tren por encima o si me orina un perro es simple y sencillamente la decisión de alguien al cual se le hincharon los calzones.

Y entre todo ese revuelo de creencias adquiridas a través de mis años de estudio y de conocimiento del mundo obtenido por mi sentido común, llego a la conclusión que para muchos acontecimientos que me suceden la única explicación sensata es remitirse a esas enseñanzas de mi ilustre y famosa abuela y decir: “las cosas pasan por algo”

De ahí me vienen a la cabeza preguntas como: Por qué siendo como soy, me estoy dando de topes por cosas que no puedo explicar? Para que pierdo el tiempo en buscarles solución cuando la solución podría estar en mis manos?.

Por qué no he podido olvidar acontecimientos del pasado cuando definitivamente deberían están más que olvidados y enterrados? Así también, por qué fantasmas del pasado se siguen manifestando en el presente como si trataran de decirme algo? Para que se murió Nora? Porque ya lo sé, o más bien tampoco lo sé muy bien, pero para qué??? Para que se fue y dejó este mundo con tareas inconclusas y dejando mensajes indescifrables en su paso por mi vida.

La respuesta sencilla a la pregunta: Por qué llego a mi vida el eslabón perdido? podría ser fácil de contestar, lo que no es nada sencillo de responder es: Para qué? Para que esta en mi vida y me remueve las entrañas con historias de su linaje y de sus parentescos? Porque estamos disfrutando de una buena amistad y deleitándonos con inolvidables tardes de charla, cerveza, tequila y dominó? Por qué esta historia es así si hubiese sido más maravillosa estando todos los protagonistas juntos.

Ese tipo de cosas me tienen en la reflexión total, parecen bromas del destino, son como estigmas imborrables, parecen señales indescifrables, y son como obstáculos que la vida me pone para poder sortearlos de la manera más prudente posible…

…ahora la pregunta es, como lo hago? Mientras tanto y hasta que no tenga una solución o una respuesta, aplico la de mi abuelita: “Las cosas pasan por algo”